Carolina Bonaventura es bailarina, profesora, directora y coreógrafa de tango. Desde el 2007 tiene su propia escuela donde dicta talleres y clases para todas las edades, para principiantes y conocedores de la danza. Además, cuenta con un hotel para alojar a sus alumnos.
Su pasión por la danza comenzó cuando tenía tan solo tres años. Se formó tomando clases de ballet, contemporáneo y jazz. Pero en su casa de Capital Federal, Carolina pasaba noches enteras escuchando y cantando tango junto con sus padres y su abuelo, quien tenía una orquesta de tango y además tocaba el piano. “Mis reuniones familiares eran tangueras. Mi papá era íntimo amigo de Rubén Juárez, gran bandoneonista y cantante de tango. Todo era puro tango y folklore”, cuenta Carolina con una gran sonrisa en su rostro.
Hoy, con 50 años y una gran trayectoria en el mundo del tango, Carolina Bonaventura es dueña de su propia escuela y hotel: Mariposita de San Telmo. Además, es Licenciada en Ciencias Políticas, carrera que le aportó las herramientas necesarias para estar escribiendo un libro sobre su propio método: el “Método Bonaventura”. “La universidad me obligó a estudiar idiomas, historia, muchas cosas que las aplico a mi profesión. Me dió mucho bagaje cultural para ser la profesional que soy hoy aunque no ejerza las Ciencias Políticas”.
"Hoy puedo decir que el mundo del tango lo manejan las mujeres, muchísimo más que los hombres."
- ¿Cómo surgió la idea de crear una escuela de tango y un hotel juntos?
- Siempre quise tener mi propia escuela. Antes de tenerla, viajé muchísimo por todo el mundo y muchas de las personas con las que me relacioné me preguntaban donde podían hospedarse en Buenos Aires, cerca de un lugar donde enseñen tango. A partir de eso pensé: "que bueno sería tener un lugar con una sala de baile, una escuela y habitaciones para que la gente que vaya aprender pueda instalarse ahí, cerca de todo." Empezó como una idea muy vaga, lejana y de a poco se fue convirtiendo en un sueño. Luego, se convirtió en un proyecto. Hace 17 años encontré la propiedad perfecta para lo que quería: una sala de baile y habitaciones para poder hospedar. Dos años después, abrí la escuela y el hotel.
La escuela de tango cuenta con dos salas de baile. La sala principal se llama Osvaldo Pugliese, mide 120 m², tiene piso de madera, cámara de aire con amortiguación controlada, climatización, luz natural y espejos. La segunda sala, llamada Rubén Juárez, es de 60 m², con piso flotante, espejo, ventilación y calefacción. Mientras que el hotel cuenta con seis habitaciones, todas de diferentes tamaños y distintas comodidades. En un piso se alojan los huéspedes y en el otro se encuentra la escuela de baile: el sueño de cualquier bailarín, tener todo al alcance de la mano. Además, cuenta con un enorme jardín, parrilla y solárium.
-¿Contaste con la ayuda de algún familiar para realizar este proyecto?
- Es un proyecto que siempre llevé adelante con mi madre quien, además, es mi socia. Ella es arquitecta y fue la encargada de remodelar y acondicionar el edificio.
"Uno no tiene que tratar de ser como otro, sino intentar ser lo mejor de uno mismo."
Carolina recién comenzó a bailar tango a los 21 años. En la época en la que nació, la danza se había perdido de la cultura popular. Su pasión con el tiempo fue creciendo y descubrió realmente lo que ama hacer. Además, se formó para poder enseñar y ayudar a los apasionados del tango. Pero su camino no fue fácil. “El ambiente del tango siempre fue muy machista. Cuando empecé a bailar con mi compañero, a mí no me llamaban para pagarme, lo llamaban y le daban la plata a él. Eso era así porque todo se tenía que arreglar entre hombres. Pero la situación fue cambiando tanto que hoy puedo decir que el mundo del tango lo manejan las mujeres, muchísimo más que los hombres.”
- ¿Tuviste dificultades cuando te lanzaste a emprender?
- Sí, tuve varias dificultades. Nos decían que era una locura que dos mujeres solas traten con el gremio de la construcción, por ejemplo. En ese momento, quien era mi pareja me decía que jamás íbamos a poder lograr que habiliten el lugar. Eran todos peros y trabas que venían no solo del mundo del tango, sino de la sociedad en sí. Igual nada me detuvo. Hacer Mariposita fue un quiebre. El otro quiebre fue romper una pareja de tango que era muy exitosa, empezar a trabajar sola y tener un nombre propio sin la necesidad de ser “Carolina y fulano”. Eso también fue muy fuerte.
El tango es una danza popular donde la teoría es escasa. Carolina les enseña a sus alumnos a encontrar su propio tango a través de su “Método Bonaventura”, del cual sacará un libro próximamente. “Es un método que tiene que ver con el respeto del cuerpo, cada cual tiene su morfología. Uno no tiene que tratar de ser como otro, sino intentar ser lo mejor de uno mismo. El tango es de a dos y crea un vínculo donde hay que trabajar muchísimo la comunicación, algo que nos cuesta a todos. Edgar Morin, filósofo, decía que no se puede reducir lo complejo porque lo matás. Siempre pensé de esa manera: no puedo simplificar el tango porque lo mato pero busco enseñarlo de diferentes formas e intento que sea divertido para que la gente no se aburra y lo baile feliz.”
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